Caracas, 28
de junio de 2.014.
DESPEDIDA AL
G/D (Av) JESÚS RAMÓN AVELEDO PENSO.
Cnel. (Av)
José Alfonso Zambrano Pérez
Me decía
hace tiempo Jesús Ramón, compañero, si por esas cosas de la vida, yo muero
primero que tú, quiero, que así como me diste la bienvenida a la Escuela de
Aviación Militar, me des la despedida de este mundo. Hacía referencia a una
anécdota que nos ocurrió en un lejano mes de agosto del año 1.957, hace casi 57
años. Cuando regresábamos de vacaciones y
los básicos se incorporaban de lleno a la antigua EAM, nos tocó
compartir habitación con el alférez Chang Chirinos y nuestro compañero, Inojosa
Lamas, prematuramente fallecido. El chino Chang en ese primer día me dijo:
nuevo, dígale unas palabras de bienvenida al nuevo Aveledo. No me acuerdo lo
que dije, lo que si me acuerdo es que al chino como que no le gustaron mis
palabras, motivo por el cual, me gané una vuelta trotando alrededor del patio
de ejercicios. Eso si, me decía, quiero que me recuerden alegre, como siempre
he sido. La última vez que me lo repitió fue en mi casa, cuando me visitó en
compañía de nuestro común amigo y compañero, Jesús Rafael López Pérez, muy
bien, le contesté, pero con la condición que si soy yo quien se marcha primero,
seas tú quien me despida, pero quiero que hables sólo de mis cosas buenas, y me
respondió con una sonrisa entre ingenua e irónica: me contenta que me lo digas,
tú sabes que soy de poco hablar y mientras menos, mejor. Por ti, haré una
excepción, te he comentado que no soy amigo de los velorios, tanto así, que aún
no se si iré al mío. Parece que el Destino lo escuchó.
Me atrevería
a decir que Jesús Ramón fue un aviador privilegiado, transitó todos los campos
dentro de la FAV, desde piloto, comandante de escuadrilla, de escuadrón, de
grupo, de base, desempeñó puestos dentro del alto mando, hasta llegar al cargo
que más ambiciona todo militar, ser el comandante de su propia Fuerza. Pero eso
no es todo, lo sobresaliente, es que siempre lo hizo de una manera intachable,
destacándose por su don de gente, por su humildad, por sus conocimientos, su
don de mando, su honestidad sin límites, que lo llevaron a ganarse el aprecio y
el respeto de quienes lo rodeaban: subalternos, compañeros y superiores.
Familiarmente,
a pesar de sus altibajos, fue muy responsable, pendiente siempre del hogar, de sus hijos, que fueron hasta el último momento, su gran
preocupación, especialmente, los menores, algo que personalmente me consta
y me lo comentaba en nuestras rutinarias conversaciones telefónicas.
Dentro de
los Roa Moreno, fue uno de los que siempre se sintió orgulloso de pertenecer a
la generación del 59, poniendo lo mejor de si y que nuestra promoción fuera
ejemplo para los que seguían nuestros pasos, y con creces, lo logró. Pero este
jueves despegó al rayar el día, hacia lo infinito, a ocupar un puesto de
relevancia en el cielo de los pilotos.
Hablar del
amigo es lo mas difícil, difícil resumir en pocas palabras la grandeza de su
corazón, la nobleza de sus sentimientos, la constancia hacia la amistad, la
preocupación por sus allegados. Difícil encontrar tantas virtudes concentradas
en una sola persona y eso fue nuestro querido Jesús Ramón. Vienen a mi mente,
los versos de la sevillana del adiós que dicen: “Algo se muere en el
alma,/ cuando un amigo se va,/ y va dejando
una huella,/ que no se puede borrar.” Elevemos una oración al Santísimo
pidiendo que le perdone sus errores, lo acoja misericordiosamente en su morada
y lo coloque a su diestra. Que Nuestra Señora de Loreto le ilumine el camino
hacia la casa del Señor. Pido por favor, a los presentes, en honor a Jesús
Ramón, un minuto de silencio.
Jesús Ramón,
en este momento, tus familiares y tus amigos te despedimos con lágrimas en el
alma y un vacío en el corazón, tu querida Fuerza Aérea te despide, con un toque
de oración.
Paz a tu alma, apreciado compañero.
Adiós, adiós, adiós. Adiós, amigo , adiós.
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